La cerveza y las hamburguesas conforman una armonía muy poco difundida hasta el momento, ofreciendo todo un mundo de posibilidades por descubrir para el paladar.
Su punto amargo articula perfectamente con la carne, y el sabor que acompañan los complementos de este bocado (el toque ácido de los distintos tipos de mostaza y salsas kétchup) magnifican la unión de este maridaje tan apetecible.
El súmmum de esta fusión se logra particularmente con determinadas weissbier o cervezas de trigo, que, por su grado de carbonatación y elevada sensación de acidez en boca, conjugan muy bien con el efecto graso procedente de la carne como ingrediente esencial de la hamburguesa.
Limpiará el paladar de residuos amiláceos durante la degustación, dejando un regusto con toques dulces.