A medida que se acerca el 31 de octubre, con la fiesta de Halloween a la vista, resulta muy frecuente encontrar establecimientos decorados con las populares calabazas talladas de forma grotesca.
Convertidas en el icono por excelencia de esta “terrorífica” celebración que tan bien ha calado en nuestro país, las calabazas también son las protagonistas de las llamadas Pumpkin Ale o lo que es lo mismo, “cervezas de calabaza”, que encuentran en el otoño su principal temporada de consumo. Este estilo, que goza de un gran éxito en Estados Unidos, es considerado uno de los pocos estilos cerveceros tradicionales genuinamente norteamericano.
Las cervezas de calabaza poseen una larga tradición histórica. Su origen se sitúa en las primeras colonias anglosajonas que poblaron la costa este de Norteamérica a finales del siglo XVII. Durante los primeros años de la colonización, no resultaba fácil contar con los ingredientes necesarios para elaborar cerveza, bien por escasez o por los elevados impuestos que tenían. Como resultaba difícil conseguir malta de calidad, los colonos comenzaron a utilizar alternativas como fuente de azúcares fermentables. Entre las diferentes opciones se encontraban la melaza, el maíz, o algunos frutos como la manzana o la calabaza.
Entre ellos, la calabaza se convirtió rápidamente en la preferida gracias a su contenido rico en azúcares que pueden ser fermentados. Al tratarse además de una fruta originaria de América, resultaba abundante y fácil de conseguir por lo que su rol como sustituto parcial de la malta empezó a tomar forma. Las cervezas elaboradas con calabaza resultaron tan populares que incluso era bien conocida su afición por ellas de algunos personajes históricos como George Washington, Benjamin Franklin o Thomas Jefferson.
En las primeras Pumpkin Ale la malta era sustituida completamente por la pulpa de la calabaza, y existen evidencias de que también utilizaban especias como canela, clavo o jengibre para condimentarlas, especias que ya eran usadas en la época colonial para la fabricación de otras bebidas alcohólicas y en la repostería.
Con el paso del tiempo la popularidad de este tipo de cervezas disminuyó, llegando a dejar de fabricarse a comienzos del siglo XIX. Y aunque a raíz del renacimiento colonial la calabaza comenzó a emplearse de nuevo como ingrediente para la cerveza, no llegó a alcanzar la misma notoriedad del pasado hasta la explosión del movimiento cervecero craft estadounidense a finales del XX. Gracias al interés de los micro-cerveceros norteamericanos por recuperar antiguos estilos de cerveza, hoy podemos encontrar un buen número de cervezas de calabaza en el mercado, sobre todo durante la temporada de otoño.
Las Pumpkin Ale actuales son de carácter dulce y recuerdan a una tarta de calabaza. Sin embargo, ahora la calabaza no es utilizada en estas cervezas como sustituto del cereal sino que acompaña a los ingredientes habituales de la cerveza como la malta y el lúpulo, junto a un buen puñado de especias como canela, nuez moscada, jengibre o vainilla, por lo que resultan aromáticas, dulces y complejas.
Solas o para acompañar a una tarta de manzana las Pumpkin Ale son sin duda el trago más dulce para perder el miedo a una noche tan terrorífica.