La lata como envase para la cerveza es de reciente creación. Apenas cuenta con unos 80 años de historia, pero sin duda ha sido uno de los mayores descubrimientos ¿Cómo se dio el gran paso de la botella a la lata?
Si la cerveza tiene miles de años, su envasado en lata tiene poca historia. Aunque se puede afirmar que ha sido bastante intensa, porque lo cierto es que el gran descubrimiento del metal supuso toda una revolución para la industria cervecera. Tanto, que con apenas un siglo de vida, ambos elementos -la cerveza y la lata- se han vuelto prácticamente inseparables.
Pocos son los que ahora conciben esta bebida en otro recipiente distinto del aluminio; Especialmente cuando se consume en casa fuera de los bares. Porque a pesar de los estereotipos que se han creado en torno a que el consumo en lata es para las cervezas más baratas, esta afirmación es solo un mito.
La cerveza también se disfruta, como no podía ser de otra manera, en lata.
Un poco de historia
American Can fue la compañía pionera en crear la primera lata de cerveza. En 1909 empezó a hacer sus primeras pruebas envasando cerveza, hasta que en 1935, tras la desaparición de la Ley Seca, oficialmente se lanzó con la distribución de la cerveza en lata.
Esta solución de envasado de la cerveza en lata se debe básicamente a dos razones fundamentales: la logística y el coste. Tengamos en cuenta que su transporte en cristal no permitía ser transportada hasta lugares muy lejanos. Sobre todo, porque el cristal tenía un coste elevado y no se podía recuperar y reutilizar. De ahí que el sector empezara a interesarse por la invención de algún tipo de envase que fuera más económico y duradero. Así, American Can empezó a probar el envasado en lata.
Durante esta fase de pruebas, la factoría se encontró con dos grandes desafíos:
- el primero de ellos conseguir que la cerveza se mantuviera y conservara en perfectas condiciones una vez entrara en contacto directo con el metal de la lata.
- Mantener dentro de la lata la presión del gas, ya que muchas cervezas continuaban fermentando en la propia lata al no estar plenamente filtradas, por lo que podía aumentar la presión y en algunas ocasiones provocaba una explosión.
Estas latas eran bastante pesadas y se abrían con abrelatas, pero aun así eran más ligeras que el cristal y mucho más fáciles de transportar.
La lata corona durante los años 60
Más adelante se lanzó la icónica lata con tapa cónica y con forma de botella, que permitía un envasado similar al de una botella con tapa corona, pero de lata. Estuvo bastante tiempo en circulación junto a las latas con tapón. Sin duda esta transformación supuso todo un desafío para las microcervecerías, ya que tuvieron que adaptar sus instalaciones a estas nuevas líneas de envasado.
Hubo que esperar hasta los años 60 para que la lata de cerveza se fuera perfeccionando. Aquí surgió la lengüeta, la popular pestaña de apertura que atrapó rápidamente al consumidor, pero que por contra se encontró con algunos problemas como residuo, por ser muy arriesgado ya que su parte afilada suponía un riesgo de corte para personas y animales.
El avance más importante se produjo a finales de la década de los 80 con la pestaña “stay on tab” que evitaba su pérdida y extracción, además del riesgo de accidentes, siendo todo ventajas y facilidades para el reciclaje completo.
Aunque la lata pionera de cerveza no tiene mucho que ver con la lata actual (ya que antes era de hojalata), y por otro lado están los eternos defensores del cristal, lo cierto es que el metal es un formato que va ganando posiciones. Con el boom de las cervezas lupuladas se considera como uno de los formatos recomendados para la conservación de los aromas.
Las bondades del aluminio como material del actual envase, hacen preservar la cerveza con todas las garantías de calidad. Si bien, lo ideal es consumirla en un recipiente como el vaso o la copa, la lata es el formato perfecto para que el buen Cervecista pueda disfrutarla directamente… ¡Salud!