Las fruit beers, o cervezas en las que se utilizan frutas durante su proceso de elaboración, ofrecen una serie de matices que te sorprenderán.
Los componentes que se han ido añadiendo a la cerveza durante su fabricación son numerosos, pero hasta el momento y sin lugar a dudas, son las frutas las que mejor han compaginado en su elaboración.
Las frutas en la cerveza, un ingrediente con historia
Aunque se dice que la utilización de frutas para crear cervezas de sabores y aromas especiales es bastante reciente, no deja de aparecer información relevante acerca de su inclusión en la elaboración.
Se han encontrado varias evidencias sobre cómo las civilizaciones más antiguas añadían distintas frutas a la cerveza. Los egipcios usaban dátiles o el fruto de la granada de forma aislada, y existe un estudio de 2004 de la Academia Nacional de Ciencias que dice que hace 9000 años (año 7000 a.C.), en el norte de China, sus aldeanos crearon una bebida fermentada a base de miel, arroz y frutas.
Más adelante, en Alemania con la imposición de la Ley de Pureza “Reinheitsgebot”, que establecía de forma rigurosa y legal los ingredientes que debía incluir la cerveza, las frutas prácticamente no tuvieron cabida durante muchos años. Por otro lado, se puede decir que a los ingleses tampoco les gustaba demasiado la idea de incorporarlas en sus cervezas durante esta época.
Debemos de esperar hasta principios del s. XVII para tener datos concretos históricos acerca del uso de este alimento en la cerveza. Específicamente en la Alemania de 1614, Heinrich Knaus elaboró la primera cerveza de cerezas, con hueso incluido. Este dato lo descubrimos en un libro francés de 1828, en el que se encuentra un recopilatorio de recetas que añaden cerezas, frambuesas, grosellas, fresas, albaricoques y otras frutas.
Kriek, la primera cerveza oficial de frutas
En 1930 nace la versión oficial de las fruit beers. Concretamente en Bélgica, cuna de las cervezas lámbicas o también llamadas de fermentación espontánea, donde nació la Kriek, un tipo de cerveza que surge de la fermentación de cerezas agrias. De ahí su denominación kriek, cereza en flamenco.
La Kriek es la primera cerveza de frutas que se produjo de forma oficial. Una variedad muy complicada de fabricar tanto por el método de elaboración, como por los tiempos y su coste, demasiado elevado, al que solo se suelen atrever las cerveceras más especializadas.
Con el auge de la cultura craft y de las microcervecerías, estas cervezas se han vuelto un imprescindible y una opción habitual para los más apasionados y curiosos.
El uso de frutas en la cerveza
En las fruit beers, como no puede ser de otra manera, la fruta lo es todo. Marca tanto el aroma, como el color y sabor. Normalmente se añade durante el proceso de fermentación o en la maduración (o segunda fermentación).
La fruta que más se utiliza en la cerveza son las cerezas, ya que su sabor encaja a la perfección con los matices de la malta. Para crear una buena cerveza de cerezas es necesario mezclar varios tipos para aportar la acidez, color e intensidad perfectas, y llevar a cabo una fermentación más larga.
Los frutos rojos, como las moras y los arándanos, suelen utilizarse por su color rosa violeta. Pero también por aroma que aporta a la cerveza, más delicado y de menor graduación alcohólica. Aunque con una excepción: la frambuesa, una de las frutas qué más intensidad aporta.
Existen frutas menos frecuentes en este tipo de cervezas, como la manzana, cuya principal ventaja es que mejora la espuma de la cerveza. Las ciruelas, peras o uvas aportan aromas complejos y únicos. Además, encontramos cervezas con frutas tropicales, como el mango o la guayaba, con una suavidad de sabores y aromas exóticos. Encontramos también cervezas cuyo protagonista es el plátano, aunque son excepcionales.